martes, 21 de junio de 2016

La moviola: primer día

Hicimos el Curso en la Facultad de Filosofía, más céntrica: yo trataba además de «tender puentes», aunque el traje de filósofo a mí me queda demasiado grande, con lo que corro riesgo continuo de ser acusado de farsante, y con razón.
Invité a profesores de esa Facultad, pero no creo que asistiera nadie (uno se limitó a contestarme cambiando el asunto del mail por lo siguiente: «non houbese estado de mais ter contado antes con nós». Yo, franciscanamente, me excusé y le ofrecí posibles colaboraciones en el futuro; me contestó por el mismo procedimiento esta lacónica frase: «mal feito»). Así que ya desde el principio íbamos como a casa ajena, aunque con la paradoja de que esa Facultad, en origen Colegio de Gramática de los Jesuitas antes de su expulsión (y de ahí la calle que sale, de tan poético título, de Tránsito dos Gramáticos, tan melancólico además), fuese hasta 1990 Facultad de Filología. Así que era como volver a una casa perdida.

La conferencia de Gregorio Luri era de filósofo con todas las togas correspondientes y todas las garantías pertinentes. Habló desde el principio con esa perspectiva, pero explicando muy filológicamente los términos, empezando por el de politeia (algo de trasfondo, en este artículo). La expulsión de los poetas ya no era, con su explicación, un tema de mal gusto o frivolidad platónica, sino de política en el sentido más pleno y de psicología en el más hondo. No descenderé a más detalles porque en el curso no escribí nada (a lo platónico-académico): pero tengo el enlace a una entrevista que le hicieron esa mañana en la Radio Galega, que os recomiendo.
Luego volvimos los filólogos, la profesora Yolanda García, que se fijó en Empédocles, que a mí me gusta tanto, ese filósofo-poeta de lenguaje complejo. En los símbolos y las palabras fue donde se paró.
Y por la tarde -le puse a mala hora, a las 4- Cesáreo Bandera nos embarcó en la problemática de la duplicidad de la verdad y el ocultamiento en que incurre la literatura. Y allí, durante todo el día, se iba asomando cada poco Homero, el tapado.

2 comentarios:

  1. ¡Qué fascinante, el corporativismo! Llevo un buen rato dándole vueltas a tu intercambio de correos con el filósofo ofendido y, tras un primer impulso de defenderte y llamarle de todo, me he ido poniendo sucesivamente en su lugar y en el tuyo... visto desde fuera, a todos nos gusta que se hagan cosas buenas, las haga quien las haga; y al mismo tiempo a ninguno nos gusta ver a "los de fuera" venir a comernos la tostada... pese al mandato evangélico (Mc IX, 38-39).

    PD. Perdón por comentar sólo lo accesorio y no lo principal: la crónica del curso en sí.

    PD2. Desde luego que mi postura final es la de defenderte y llamarle de todo. Pero principalmente por amistad, me temo (¿otro corporativismo más?).

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  2. Filósofos serán, pero con praza en propriedade e a debida mentalidad funcionarial.¡Manda carallo!

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