viernes, 1 de enero de 2016

Rohrschach de parchís

Ya una tradición de este blog, la de hablar del viaje a Burgos, con los temas típicos:

-El viaje: el paisaje y la música del viaje.
-Arte visto en Burgos.
-Cómo fueron esta vez las partidas de parchís.

He descubierto que ya no me interesa Radio 3. Llevaba Almira de Haendel, que disfruté muchísimo a la vuelta. También oí dos programas que tenía guardados de Tote King, sobre rap en español y sobre clásicos del rap. Disfruté mucho de una conferencia excelente de Andrés Trapiello sobre la poesía de JRJ. Vamos, una mezcla tipo nocilla-con-chorizo muy mía.
El paisaje a la vuelta de noche no lo vi: llovía en Piedrafita que daba miedo. A la ida casi tampoco, pero al llegar a la provincia de Palencia, qué delicia los campos rebrotados de verde.

Estuvimos en la Catedral de Burgos. Está deslumbrante: yo creo que ya la han restaurado entera. Vi las capillas que faltaban y el claustro alto, un prodigio, gótico de color. Pero ya lo cuento mañana.

Hay que entrar en el tema de las partidas de parchís, por doloroso que sea: mi madre y yo fuimos derrotados en toda la línea, sin paliativos. Mala suerte, claro, pero quizá nos faltó instinto killer, que a mis hermanas les sobra. Se me ha ocurrido que podían hacer partidas de parchís en escuelas de negocios, para ver si la gente tiene madera de emprendedores e instinto. Mis hermanas serían unos coachs increíbles. Mi madre y yo, no estamos hechos para eso. Ellas son las cazadoras-recolectoras, nosotros las gacelas prestas a ser devoradas.

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