domingo, 26 de octubre de 2014

Ilíada 22

Desgarradas palabras del anciano Príamo: 22.73 El joven deja un bonito cadáver (cita apócrifa), pero 22.74-6 el cadáver ultrajado de un anciano es lamentable (cf. Gadafi). Es la clave de la resolución del drama en el canto final: la piedad ante la ancianidad concluye la cólera de Aquiles

22.100 Miedo de Héctor a los reproches de Polidamante (cf. 18.249 ss). 22.103 Le debería haber hecho caso. No se esconde por pura vergüenza de parecer cobarde. 22.123 Posibilidad de reconciliarse: pero miedo a que Aquiles le mate como una mujer. 22.126 «no es momento de remontarse a la encina y a la piedra». 22.127 «ni de las ternuras que una doncella y un mozo se intercambian».

22.199-200 La persecución entre Aquiles y Héctor es como en un sueño: ni le alcanza uno ni escapa el otro.
22.239-46 Atenea, disfrazada de Deífobo, miente a Héctor. 22.277 Atenea le devuelve la pica a Aquiles. 22.291 La de Héctor da en el escudo de Aquiles y rebota. Le pide a Deífobo otra y descubre que era una imagen (era Atenea). 22.327 Aquiles hiere a Héctor en el cuello, donde no le defiende la armadura que antes fue de Aquiles.

22.389-90 Incluso en el Hades –donde no hay recuerdo- se acordará Aquiles de Patroclo.

22.401-2 Gran polvareda del cadáver de Héctor arrastrado: sus cabellos esparcidos, la cabeza en el polvo.

22.485 Andrómaca sobre penas futuras de Neoptólemo: le quitarán los mojones. Huérfano, nadie le hará caso, le echarán de los banquetes. 22.494-5 «Quienes se apiadan, alguno le alarga un momento el cuenco / y le humedece los labios, pero no le humedece el paladar». 22.504 Eso a Astianacte, que había comido médula y grasa (22.501) y dormía en «mullida cama con el corazón rebosante de caricias».

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