jueves, 16 de enero de 2014

Odisea 9

Odiseo comienza a contar -cantar- sus aventuras previas:

9.5-10 Odiseo alaba la situación perfecta para contar: qué mayor alegría que oír al cantor con las mesas llenas de comida y bebida.

9.14 Interrogación retórica con que comienza: «¿Qué diré primero pues, qué te relataré al final?» (aquí Homero nos guiña el ojo, como diciendo: también yo he ordenado la Odisea no cronológicamente, sino con arte). 9.19 Y Odiseo comienza con su nombre [estructura asociativa: lo último que pidió el rey era el nombre; esto es lo primero que le dice ahora] y luego con un autoelogio: «mi gloria alcanza al cielo» (9.20 μευ κλέος οὐρανὸν ἵκει).

9.21-24 Pinta Ítaca en tres trazos: es una isla, hay un monte en medio, otras islas alrededor. 9.27-28 Sin negar sus defectos (es «áspera») la alaba: «yo al menos no puedo ver nada más dulce que mi patria» (cf. 9.34-36: nada más dulce que la patria ni los padres, «aunque viva lejos en una casa rica [acaba de mencionar las ofertas de boda de Calipso y Circe] en tierra extraña lejos de los padres».
9.40 Relato de la vuelta de Troya. Sin problemas de contar que los griegos se dedican a saquear: roban vacas, matan a los varones y se reparten las mujeres.

9.84 Primera aventura: los lotófagos comeflores (pero los de Ulises estaban buscando «hombres comedores de trigo») y el peligro más grave: el olvidarse de la vuelta a casa.

9.104, 180 (y 12.147): el mar canoso [para el archivo de 'colores del mar'].

9.105 Los cíclopes están en una situación paradójica: en su isla los frutos crecen por sí mismos (αὐτομάτοι), 9.115 pero ellos viven aislados, sin sociedad, cada uno por su cuenta con su familia. 9.124 No tienen barcos. Y  Polifemo es un caso extremo: totalmente solo, «en su apartamiento conocía injusticias» (9.189 ἀπάνευθεν ἐὼν ἀθεμίστια ᾔδη). 9.275 Tampoco está bajo la autoridad de Zeus.

9.228 Odiseo se mete en líos por no hacer caso a sus compañeros:  «sordo a sus ruegos, quise ver al hombre y pedirle los dones de huésped»: llamativo su afán de ver (y su afán de acumular riquezas, que esto los que se hartan de citar a Borges y Cavafis nunca lo dicen).

9.249 Polifemo bebe leche (otra señal de falta de civilización). Esa es su ruina: el vino (9.198 vino puro de Ísmaro), efluvio de néctar y flor de ambrosía, que él cree que es mosto (9-357-9).
Con esos antecedentes el encuentro con Polifemo, por lo demás pastor hábil y ordenado (9.244), es puro gore, llena de violencia gráfica: revienta el cerebro de un compañero de Odiseo (9.290); sus eructos de vino y carne humana (9.374). También es muy gráfica la descripción de cómo le ciegan, retorciendo en el ojo un madero ardiente (9.380-398).
Núcleo del cuento, el gigante tonto (cf. los trolls de El hobbit) que confunde un pronombre con un nombre:  «'Ninguno' me mata» (9.408 Οὖτίς με κτείνει). Le contestan los otros cíclopes: si «nadie» te mata (εἰ μὲν δὴ μή τίς σε: y justo aquí hay un juego de palabras que señala a la Μῆτις, la astucia de Odiseo).

9.446 La escapada de Odiseo y sus compañeros es muy emocionante, puro thriller, especialmente en el momento en que Polifemo le habla al carnero que esconde debajo a Odiseo.

9.526 Maldición que se cumple. 9.554 Zeus no acepta el sacrificio. De aquí las desgracias de Odiseo.

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Sobre el episodio del cíclope hay un artículo excelente de Pura Nieto Fernández, profesora de Salamanca ahora en la Universidad de Brown: «Back in the Cave of the Cyclops».

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