viernes, 8 de febrero de 2013

Annibale Carracci

Segunda sesión de Maestros en la sombra: conferencia sobre Annibale Carracci de Andrés Úbeda.
Yo de Carracci no sabía nada. Más importante que su coetáneo Caravaggio en vida, ya no. Nos puso el ejemplo de la capilla Cerasi de santa María del Popolo: vamos a ver los Caravaggios pero no nos fijamos en el cuadro central, de Carracci.

De él destacó los ejercicios de dibujo del natural, su importancia en el desarrollo de la pintura de paisaje y poco más: en realidad nos pidió un acto de fe para que le creyésemos que es un gran pintor. Yo le quiero creer.
Un buen punto que señaló es que si genio es el que rompe con lo anterior, el genio es Caravaggio. Si lo es el que vuelve a los clásicos, es Carracci el genio.
Le faltó ejemplificarlo un poco más, porque no creo que ninguno de los asistentes acabásemos convencidos de que esté a la altura de Caravaggio -que no es precisamente mi ídolo-, y mira que a mí me tenía totalmente a favor, dispuesto a echarme en brazos del clasicismo de Carracci.

Buena parte de la conferencia fue presentarnos los frescos que tiene el Prado de la Capilla Herrera de la iglesia de Santiago de los Españoles de Piazza Navona, con escena de la vida de san Diego de Alcalá. Le echó todas las ganas que pudo, pero los frescos restaurados -nos recordó que tienen colores calcáreos, es decir, desvaídos- tampoco parecían muy emocionantes: dos cabezas sí, pero lo demás, bueno.

Yo salgo de esa conferencia con mucho aprendido, porque el aguijón del clasicismo lo tengo metido y no desespero de llegar a apreciar eso que tanto aprecian los historiadores del arte: los frescos y los tapices.

Donde sí pillo a Carracci es en los paisajes, maravillosos. Y todo gracias a aquella exposición de El Prado (que algo aprendemos, aunque sea a golpes):


En el Prado hay un Venus y Adonis suyo que no me dice mucho en la foto: habrá que verlo al natural.

1 comentario:

  1. Oh, el otro día estuve en Santa Maria del Popolo y qué maravilla, aunque la verdad es que pasé del Carracci. Había que pagar 1€ para iluminarlos pero justo en el momento preciso llegó una manada de japoneses y nos solucionó la bancarrota.

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