sábado, 20 de junio de 2009

Roma (15)

Pilar me había dicho que teníamos que visitar san Clemente y ahora yo también lo recomiendo vivamente: es como dar un curso acelerado de historia del arte y encontrar en estratos toda la historia del cristianismo.
En España estamos acostumbrados (mal) a pensar desde el siglo VIII como muy pronto (por razones nacionalistas, ça va de soi): la lírica -nos decían- nace en la bruma del medievo oscuro, lo mismo que el teatro o el arte románico; pero en Roma se ve muy bien la continuidad en la historia y en el arte: todas las piezas encajan, el puzzle empieza a tomar forma y descubres que te tenían escondidas las piezas más importantes. Ves el arco de Constantino y está ahí toda la escultura románica, por ejemplo.


Y está la Basílica actual, con esos mosaicos prodigiosos (palomas en la cruz, corderos debajo, figuras entre hojas, y entre ellas un pavo real, que ahora me está mirando en una postal de mi despacho); debajo excavaron y encontraron una basílica anterior con unos frescos espectaculares; y más abajo todavía impresionantes construcciones de época romana, entre ellas un lugar de culto del dios Mitra.
Pero no tengo que partirme las narices explicando: todo lo podéis ver en esta página muy buena, con vídeos y de todo.
Y por qué, nos preguntábamos, había frescos de san Clemente ¡en el mar de Azov! y a la vez estaban allí los restos de san Cirilo (al que me dio mucha alegría encontrármelo allí y al que recé por los pueblos eslavos, que habían rodeado la tumba con placas de agradecimiento). Pues eso lo explicó el Papa en la Audiencia del miércoles, muy interesante.
Y veo que ya en Ex orbe se había hablado aquí de todo ello, y muy bien, claro.

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