martes, 5 de agosto de 2008

Hacia otra luz más pura

[Otra entrada que quedó en borrador, de hace casi un año]
Me llamó la atención esta foto que vi en El café de Ocata, que me recordó ese relato que hace Sócrates en el Fedón 109b ss. (una traducción la tenéis aquí, si buscáis en el texto "columnas de Hércules"):



Cuenta Sócrates que nosotros en realidad vivimos en una especie de cavidad (antes dice que estamos como ranas en torno a una charca -se refiere al Mediterráneo-), pero que por encima; hay otros que viven mejor; nosotros estamos como en el fondo de un mar, pero no de agua, sino de aire, mientras que arriba viven rodeados de éter.
Aquí abajo todo se corroe, se desgasta, se destiñe: arriba no, arriba todo es de piedras preciosas, oro y plata. De hecho nuestras joyas son restos de ese mundo de arriba que ha caído en el nuestro:

En esta otra tierra tan acabada, todo es de una perfección que guarda proporción con ella, los árboles, las flores, los frutos; las montañas y las piedras son tan tersas y de una limpieza y de un brillo tales, que no hay nada que se les parezca. Nuestras esmeraldas, nuestros jaspes, nuestras ágatas, que tanto estimamos aquí, no son más que pequeños pedacitos de ella. No hay una sola piedra en esta dichosa tierra que no sea infinitamente más bella que las nuestras; y la causa de esto es, porque todas estas piedras preciosas son puras, no están roídas ni mordidas como las nuestras por la acritud de las sales y por la corrupción de los sedimentos que de allí descienden a nuestra tierra inferior, donde se acumulan e infestan no sólo las piedras y la tierra, sino también las plantas y los animales. Además de todas estas bellezas, esta dichosa tierra es rica en oro, plata y otros metales, que, derramados en abundancia por todas partes, despiden por uno y otro lado una brillantez que encanta la vista; de manera que el aspecto de esta tierra es un espectáculo de bienaventurados.


Cuando tradujimos esto en clase pensé hacerle una oferta a algún joyero para escribirle un texto a propósito de su negocio (y forrarme yo escribiéndolo), pero mi maldita dejadez actuó una vez más.

3 comentarios:

  1. Gracias por la cita. Ese diálogo de Platón está lleno de recovecos. Poco a poco, después de varias lecturas, voy aprendiendo a leerlo. He llegado a la conclusión de que és el diálogo más naturalista de Platón.

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  2. Cuasi paradójico."La dejadez actuó", decís.
    Muchas veces hay que reconocer que la dejadez nos vence, triunfa, pero me imagino que siempre ha de ser sin hacer nada.

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  3. El alucinado del trasmundo, que diría Nietzsche.


    (ps: querido homogenetliaco, ya terminé con Viena, te toca ahora a ti; esta serie de coincidencias son muy divertidas)

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